Capítulo 1
Trece
chicas odiosas
Antes que nada, tuve mis razones para hacerlo.
Disneyland es un lugar dónde a todos les gustaría
vivir. Ahí viven muchos personajes famosos como Mickey Mouse o Donald Duck.
Trabajan haciendo películas basadas en su vida.
Miles de películas. La Sirenita, El Rey León, Intensa-Mente y muchas, muchas
películas más.
Las chicas más populares son las Princesas Disney.
Hay cientos de requisitos para ser una princesa
Disney, y es por eso que no todas las chicas que aparecen en películas de
Disney lo son.
Solamente trece “afortunadas” chicas lo son.
Blancanieves, a quién las niñas adoran, presumida y
egocéntrica, lo que tiene de bella lo tiene de boba.
Aurora, experta en moda, todas las chicas jóvenes
compran su línea de ropa. Pero es una engreída, y una envidiosa.
Cenicienta, siempre dando consejos sobre el amor y
la vida que todos adoran. Créanme, lo único que hace es criticar a todos.
Ariel es adorable, siempre tan tierna y haciendo
manifestaciones contra los peces como comida. Alguien debería decirle que su
curiosidad no hace más que meter en problemas a todas las princesas.
Bella, organizando bailes y citas a las personas
solas, vive en un cuento de hadas sin fin, es tan estúpida al creer en la
felicidad. Además, es una sabelotodo que no para de hablar.
Jasmine, amable y bondadosa, pero no puede ocultar
que es una niña mimada y consentida. Inútil y babosa.
Pocahontas se cree muy sabia y buena, cuando en
realidad es una muchacha boba que está loca por el amor.
Mulán es una loca total, todo el tiempo presumiendo
que fue a la guerra, sinceramente a nadie le importa. Sigue hablando, lo único
que haces es entretener a una audiencia sin cerebro.
Tiana, loca por el trabajo, nunca toma un respiro,
dice que es una buena forma de vivir… ¿Estás segura de que eso es vida?
Rapunzel tan tierna y linda con todas… ¡Vamos chica,
madura un poco!
Ay, Mérida, tan rebelde y luchadora… ¡No es más que
una consentida, mimada y desdeñosa!
Anna… ¿Qué decir de ella? Me cuesta encontrarle una
virtud, tal vez lo perseverante que es… Pero ¿y eso qué? Es una urgida,
bobalicona y torpe en todos los sentidos.
Todos aman a la reina Elsa de Arendelle, no es más que una
estúpida insegura con buenos gustos por la moda.
Supongo que te preguntaras… ¿Por qué odio tanto a
éstas chicas tan glamurosas?
La respuesta es sencilla.
Arruinaron mi vida completamente.
Estas perras malditas arruinaron mi vida.
Pero la cosa no acaba aquí.
Ésta es la historia de cómo tomé venganza.
La historia de cómo arruiné sus vidas.
Igual que ellas arruinaron la mía.
****
Aún recuerdo el día antes de que todo empezara. Ni
siquiera yo me imaginaba que terminaría de la manera en la que terminó.
Llegué a mi desordenado apartamento. Estaba todo de
cabeza. Solté una carcajada maligna.
Entré en mi oficina, solía hacer ahí varias cosas
antes de que las malditas arruinaran mi vida.
Vi la enorme pared de color blanco, en la que tenía
fotos de las trece y una de Jessica Rabbit y Daphne Price. La primera fase del plan.
En otra pared tenía fotos de otras chicas. La segunda fase, pero por ahora no importaba.
Esmeralda.
Kida.
Jane.
En general, todas las chicas que no eran princesas
oficiales, quienes también habían puesto de su parte en arruinar mi vida.
Los príncipes.
Y muchos, muchos más.
Le lancé una mirada a la foto de Jessica Rabbit.
Tenía una gran equis roja. Ya no tendría que
preocuparme por ella.
Marqué otra foto con un círculo rojo. Era mi
siguiente víctima. No sabía lo que le esperaba.
Sonreí, pensando en su sufrimiento.
No podía esperar para que todo comenzara.
Pero tendría que esperar un par de horas más.
***
Todos los que me conocen, y todos de los que me he vengado dicen que soy una
maldita.
Pero eso es porque no conocen a las trece princesas
Disney.
No sé si vieron venir lo que sería el primer día de
la venganza, pero supongo que no lo hicieron.
Bueno, no todas.
La mañana en cuestión, se habían reunido en el
castillo reservado para ellas. Había un castillo reservado para ellas, y uno
para los príncipes.
Ja.
Estaban desayunando
galletas y café, mientras discutían el reciente lío en el que acababan
de meterse.
- ¡Jessica Rabbit no es nadie para insultarnos de
esa manera!- gritó Jasmine.
- Pero nosotras también respondimos de una manera
grosera- susurró Bella encogiéndose de hombros.
Siguieron discutiendo.
Resulta que Jessica Rabbit, y algunas chicas que no
habían sido aceptadas en la franquicia, pero en especial Jessica, las había
llamado de formas muy grotescas en una entrevista.
Ellas habían respondido, si no de manera grosera, si
un poco ofensiva.
- Vamos,
olvidemos eso- susurró Rapunzel- ¡Tenemos una cita con el estilista ahora
mismo!
Las chicas soltaron un grito y se fueron con el
estilista.
Eran siempre tan superficiales.
***
Cuando regresaron, había coches de policía afuera
del castillo.
- ¡Ya
llegaron!- gritó una voz masculina.
Entonces, una mujer de ojos azules y cabello
pelirrojo se acercó a ellas.
- ¿Hay
algún problema?- preguntó Pocahontas.
- De
hecho, sí. Soy la detective Daphne Price, les pido a las trece que entren.
- No
tiene que pedirnos que entremos a nuestro propio castillo- dijo Anna,
visiblemente enojada.
- Lo
siento, pero por el momento podría dejar de ser suyo.
Debieron haber visto sus caras de confusión.
Si tan sólo hubieran sabido que a la distancia yo
las observaba.
Y que me atragantaba de la risa.
Sobre todo porque veía a los ojos de una culpable
entre ellas.
***
- Bien-
comenzó Price- Anoche, Roger Rabbit reportó que su esposa llevaba dos semanas
desparecida. Exactamente la fecha en la que comenzó el conflicto entre ustedes.
- ¿Eso
en qué nos involucra?- murmuró Elsa
- A eso
voy, al rastrear su celular, lo encontramos misteriosamente tirado en las
escaleras de este castillo. ¿Estuvieron ustedes aquí hace dos semanas?
- Sí-
dijo Tiana- Pero nunca vimos su celular. O a ella.
- Pues,
al registrar sus cosas, encontramos una nota que le decía que viniera aquí, que
la esperaban.
- Nosotras
no mandamos esa nota- dijo Blancanieves con cara de asco.
- Lo
siento mucho, pero las pruebas nos llevan a pensar que ustedes tienen que ver
con esto.
- ¿Eso
qué significa?- preguntó Mérida, visiblemente espantada.
- Eso
significa, que las trece princesas Disney son personas de interés en el
secuestro de Jessica Rabbit.
***
- ¿Así
que seremos desalojadas?- preguntó Aurora horrorizada.
- Sí, al
ser personas de interés tenemos que tenerlas vigiladas. Serán trasladadas a una
vieja mansión al este. Junto a sus esposos, si quieren- dijo Daphne Price, con
un poco de gusto en la voz.
- ¿Acaso
nos ha visto? ¡Somos adorables! ¡No secuestraríamos a nadie!- dijo Blancanieves
cruzada de brazos- ¿Cree que somos nosotras?
- La
vida me ha enseñado en nunca confiar en una chica bella con un secreto letal. Y
sé que por aquí hay un secreto letal.
***
Después de hablar con sus esposos, quiénes aceptaron
acompañarlas, y de pasar por ellos, fueron trasladadas a la mansión.
La detective Price había prometido traerles ropa
después de revisar el castillo. Al menos era amable.
Cuando vieron la mansión, se quedaron horrorizadas.
- ¿En
serio quieren que vivamos aquí?- gritó Blancanieves.
- Puedes
elegir, o eso, o una linda celda en la cárcel- dijo Daphne con una sonrisa
cruel.
- Ahora
que lo pienso, ese estilo tétrico es bastante lindo- dijo Blancanieves mientras
se encogía de hombros.
- Me
alegra, pueden pasar.
- No te
preocupes- le dijo Ferdinand al oído- Será divertido.
***
- Y…
¿Creen que haya alguien culpable entre nosotros?- preguntó Adam, muy
preocupado. Me encanta ver la preocupación en el rostro de las personas.
- No-
dijo Elsa con fuerza- Alguien está tratando de inculparnos.
- ¿Cuánto
tiempo creen que pasemos aquí?- dijo Aladdín preocupado.
- Hasta
que encuentren al culpable- susurró Bella- Ósea, no sabemos. Espero que poco.
- ¡Esto
es una pesadilla!- gritó Tiana horrorizada.
Oh, querida, claro que lo es.
Y no hace más que empezar.
***
No pensaba conformarme con que fueran sacadas de sus
lujos.
Oh, no, claro que no.
¿Acaso ellas se conformaron con eso?
No.
Y yo tampoco lo haría.
***
Mérida dormía tranquilamente. Despertó, dándose
cuenta de que no había soñado todo lo ocurrido el día anterior.
Suspiró.
Estaba aterrada.
Pero daba igual.
El día anterior, Blancanieves se había horrorizado
aún más con la casa.
Sólo había dos recámaras.
Catorce literas en cada una.
Así que dividieron las recámaras.
En una dormían Blancanieves, Ferdinand, Bella, Adam,
Jasmine, Aladdín, Ariel, Eric, Rapunzel, Eugene, Mulán, Shang, Tiana y Naveen.
En la otra dormían Pocahontas, John Smith, Anna,
Kristoff, Aurora, Felipe, Cenicienta, Encantador, Elsa y Mérida.
Me encantaba verlos sufrir.
¿Para qué negarlo?
En medio de los dos cuartos había una especie de
“cuarto de tele” donde había una vieja televisión y un sofá usado.
Estaban ya todos abajo. Mérida bajó rascándose la
melena. Odio su cabello.
Los saludó con un gesto casi imperceptible.
- Oigan-
susurró Ariel- No es por asustarlos, pero ese cuadro me da miedo. Mucho miedo.
- ¿Qué
tiene?- dijo Eric mientras volteaban a ver el cuadro.
Se quedaron mudos.
Era un cuadro con unas ratas de color blanco, tenían
algo extraño… tenían ojos humanos. Oh.
Eran trece.
Ja. Y tenían los ojos de las princesas.
Que divertido había sido poner el cuadro ahí.
Y ver sus caras al verlo.
- No es
gracioso, por si lo creían- dijo Mérida gritando a una de las miles de cámaras
instaladas en la casa mientras las demás seguían asustadas.
***
Les llevaron comida. Al menos no era tan mala. Cada
uno tenía un platillo individual, aunque eran todos iguales.
Aurora comía felizmente. Si tan sólo hubiera sabido
que su platillo había pasado por mis manos antes.
Entonces, se metió una cucharada. En el primer
instante le supo terrible y la boca se le secó. Sólo había tenido que poner
nueces, era ligeramente alérgica a ellas. Comenzó a sentirse mal y tosió.
- ¿Todo
bien?- preguntó Felipe.
- Sí.
Creo que iré a recostarme un poco- susurró Aurora mareada.
Se fue a acostar mientras los demás se encogían de
hombros.
***
Veían un programa viejo, era bastante entretenido,
incluso para mí. Me encanta ese programa.
- Oigan…
¿No eran trece ratas?- preguntó Eugene extrañado.
- Sí-
susurró Cenicienta- ¿Cuántas son ahora?
- Doce-
dijo él lentamente.
Todos se acercaron.
Entonces con letras rojas se leyó:
DOCE
MÁS.
Y un grito.
Aurora.
Subieron rápidamente. Aurora había desaparecido.
Escucharon mi voz, modificada para que no me
identificaran, por lo que sonaba como un robot.
VAMOS
A JUGAR UN JUEGO.
- ¡No
queremos jugar! ¡Déjanos en paz! ¡Soy una princesa y te lo ordeno!- grito
Blancanieves.
CÁLLATE,
BLANCANIEVES. LES DIRÉ EL PREMIO. SI GANAN, LES DOY A AURORA. SI NO, LES DARÉ
EL CÁDAVER DE ÉSTA. ¿ACEPTAN O NO?
Todos asintieron.
QUE
COMIENCE EL JUEGO.
Nos íbamos a divertir mucho.
Ya quería empezar…
The Wicked Bitch.