Capítulo uno
Cuando
veo al hombre vestido de Diablo Rojo, palidezco.
¿Qué
hace aquí?
Suelto
otro grito y casi puedo ver la sonrisa detrás de la máscara.
-
No te preocupes. No voy a matarte.
¿No?
¿Entonces por qué tiene un maldito cuchillo en el aire?
Miro
al cuchillo y alzo las cejas. Vaya que no quiere matarme.
¿Sabe
mi identidad?
¿Sabe
que soy The Wicked Bitch?
Ahora
mismo no tengo ninguna máscara, simplemente mi pijama y el cabello despeinado.
-
¿Lo sabes? - susurro. Si no
lo sabe, no tendrá ni idea de qué hablo.
-
No sé de qué hablas, pero sea lo que
sea, no, no lo hago. Sólo vengo a decirte que todo va a caer. Creo que es
importante que lo sepas.
Asiento.
¿De
qué rayos está hablando?
Me
siento en Kappa Kappa Tau…
-
¿Eres un asesino?
-
Pero que inteligente – escucho una sonora
carcajada- Quiero que digas lo siguiente en todos
los medios: Tengan cuidado, la venganza está comenzando. El Diablo Rojo pintará
a las princesas con sangre.
Hey.
Ese es mi trabajo.
Pero,
obviamente necesito estar viva para realizarlo, así que finjo estar asustada
(aunque lo estoy… solo un poco) y asiento.
Él
se va, dejándome petrificada.
***
Vanellope
y Ralph canturrean felices.
Siguen
trabajando como guardias oficiales de las princesas.
Entonces,
escuchan un grito.
Sus
caras se vuelven pálidas, y van al lugar de donde surgió el grito.
Cenicienta
está de rodillas, temblando y admirando la pared.
Tiene
escrita en rojo, con letras muy grandes:
Empiezan 13.
¿Cuántas terminan?
Un
lindo mural que me tomé el tiempo de pintarles a las malditas.
***
La
cárcel de Disneyland es bastante aterradora.
Hay
rumores de que los fantasmas de los criminales fallecidos ahí rondan
atormentando a los criminales.
Pero
ni siquiera eso iba a hacer perder la postura a la idiota de Blancanieves.
Los
primeros días lloró como un bebé, claro que sí, estaba TAN arrepentida.
Debiste
haberlo pensado antes de secuestrar a Jessica, ¿no lo crees, querida?
Pero,
luego decidió que sus fans- si es que aún tiene- no la verían así y recuperó la
compostura.
Claro
que es muy fácil cuando todas las princesas han donado dinero para que tu celda
sea cómoda y te den manjares en cada comida, ¿verdad, traga manzanas?
Así
que la malcriada enana se encontraba en este momento pintándose las uñas una
por una. De naranja, claro está. Tenía que combinar con su overol de presa.
De
igual manera, su colchón de pluma de ganso era naranja, y su cobertor también.
Y
mandó a pintar la pared naranja (mientras intentaba escaparse, pero no le
resultó).
No
cabe duda que las Princesas Disney son las mimadas de Disneyland, aun estando
en la cárcel y habiendo secuestrado a una persona.
La
guardia la miraba bastante extrañada.
-
Creí
que estarías más… de mal humor, dramática.
-
Oh,
claro que estoy de mal humor, querida- cantó ella en un tono que indicaba todo
lo contrario- ¡Esto es lo peor que me ha pasado desde que Ariel ganó Encerradas
y yo no! ¡Pero voy a mantener la compostura!
Ella
rodó los ojos, mientras seguía mirando su celular, deseando que ese
interminable día llegar a su fin.
Blancanieves
comenzó a agitar sus manos para agitar el barniz, y ya estaba a la mitad del
acto cuando escuchó un portazo.
-
¿Quién
anda ahí? - preguntó la guardia guardando su celular, de mal humor.
-
Alguien con quien no te conviene
meterte- resonó
una voz robótica.
La
mujer alzó su pistola.
Y se
quedó pálida al ver que alguien en un traje de Diablo Rojo se acercaba a ella y
la electrocutaba, tirándola al suelo.
Blancanieves
soltó un grito y el diablo le quitó las llaves a la guarida.
-
¡Esto
no es justo! - repeló la insoportable princesa- ¡No puedo defenderme! ¡Tengo el
barniz fresco, y no pienso arruinar mis uñas!
El
diablo también la electrocutó, y se la colgó al hombro.
Así
fue, como Blancanieves, con el barniz fresco, desapareció de la Prisión de
Disneyland.
***
Tiana
miraba a la detective Katherine Norton con cara de angustia.
Había
sido un agradable mes sin problemas con la policía, y sin tener que
preocuparse, pues la franquicia estaba ya desintegrada.
Aunque
cada una se había ido a su casa, aún estaban juntas casi todo el día, por el
miedo a ser atacadas por la más genial asesina acosadora psicópata de la
historia.
Yo.
Pero,
claro, había sido demasiado maravilloso.
-
¿Qué
ocurre, oficial? - preguntó, intentando disimular su decepción.
Las
doce estaban reunidas, mirándola con gesto preocupado.
-
Antes
que nada, quiero presentarles a mi nuevo compañero, que estará a cargo de la
investigación. Su nombre es Albert Hale.
Hizo
un gesto de cabeza a uno de los hombres junto a ella, de cabello oscuro y ojos
azules. Sonrió y saludó.
-
Un
gusto conocerlos.
Uff.
Creo que quiero secuestrarlo.
Espero
que Garrett no lea esto…
-
Y,
tenemos malas noticias.
Debieron
haber visto como palidecían.
Incluso
si no se los provoqué yo, me alegra ver a estas malditas sufrir.
-
Varias
celebridades han recibido en las últimas noches las visitas de un hombre
vestido en un traje de Diablo Rojo- relató Katherine.
-
Son
celebridades relacionadas con ustedes. Hades, Tinkerbell, Helga Sinclair, Mickey
y Minnie Mouse…y muchos más, la lista es bastante larga- susurró Albert- Y ha
dejado un mensaje. Para ustedes.
-
Las
palabras textuales, que ha dicho a todos y cada uno de ellos son:
“Tengan cuidado, la venganza está comenzando.
El Diablo Rojo pintará a las princesas con sangre.”
-
¿Creen
que The Wicked Bitch tenga que ver con esto? - susurró Ariel, asustada.
Por
supuesto que no, idiota, nunca me pondría el disfraz de un estúpido Diablo de
comedia de horror.
-
No
lo sabemos. Es probable.
Me
ofendes, Katherine. Ahora quiero matarte. Tal vez debería hacerlo…
-
Eso
no es todo- murmuró Katherine, nerviosa- Lo sentimos mucho.
-
¿Qué
pasó? - preguntó Mérida- Algo pasó, ¿no es así?
Ambos
asintieron.
-
Ayer
por la noche, alguien logró meterse en la prisión de Disneyland.
-
Oh
no. Blanca- exclamó Aurora aterrada.
Sí,
Blanca traga-manzanas despareció, supéralo, dormilona.
-
El
Diablo Rojo se la llevó. No sabemos a dónde.
Entonces,
Bella explotó.
-
¿No
se supone que deberían cuidar bien la cárcel? ¡Saben que alguien está detrás de
nosotras, y sobre todo de Blancanieves! ¡Esto es increíble! ¡¿Cómo es posible?!
¡Ustedes son responsables de su desaparición!
Los
dos parecieron estar de acuerdo.
-
Creemos
que es alguien que trabaja dentro de la cárcel. O que lo hacía- susurró
Katherine- Estaremos al pendiente.
La
policía salió de ahí, dejando a las Doce abrazándose y llorando.
-
No
es justo- murmuró Rapunzel- Al fin estábamos un poco calmadas. Y ahora esto…
-
Ay,
Blancanieves, espero que esté bien- susurró Anna.
-
Todas
lo esperamos- replicó Bella, secándose las lágrimas.
Oh
lindas, no pueden esperar que todo vaya bien.
Ni
siquiera me ha tocado a mí actuar.
***
Garret
me mira fijamente.
-
¿Tienes
miedo? - pregunta mientras juega con mi cabello.
-
No
realmente- susurro- Sea quien sea, no es mejor que yo. Para nada. Tal vez sea
peligroso, pero yo también lo soy.
Sonríe.
Mi
cómplice femenina, la que golpeó a Jessica y ayudó a Blancanieves me mira
aburrida.
-
Tal
vez deberías tener más cuidado, linda.
La
miro con las cejas alzadas.
-
¿Qué
quieres decir con eso?
-
Lo
que quiero decir es que deberías dejar de presumir. Este nuevo asesino podría
ser mejor que tú.
Suelto
una sonora carcajada.
-
Querida,
llevo años planeando esto. No dejaré que un asesino de cuarta lo arruine.
-
Tal
vez no sea tan torpe cómo crees. No deberías subestimarlo.
-
Cállate,
a menos que quieras ser la próxima víctima.
Suspira
con fuerza y aleja la mirada.
-
Bien.
Ahora repasemos el inicio de la fase dos.
***
Daphne
miraba a Peter sonriente. Se había pintado el cabello, ya no era pelirrojo,
ahora era rubio, y eso volvía loco a Peter.
La
chica había sido despedida del caso, pues parecía ser demasiado personal, pero
Peter aún seguía involucrado.
-
Deja
ya de trabajar- pidió ella- Hay que hacer algo más divertido.
Peter
sonrió.
-
¿Algo
como qué?
-
No
sé, podemos ir a tu habitación y… ya sabes.
La
sonrisa desapareció del rostro de él y sus facciones se tornaron serías.
-
Daphne…
¿puedo hacerte una pregunta?
Ella
asintió, un poco preocupada.
-
Tú…
yo… ¿qué somos?
Hizo
una mueca.
-
Peter…
no… no lo sé.
-
Daphne,
sé que lo sabes, pero tengo que decirle. Te amo.
Una
sonrisa de sorpresa se dibujó en su rostro.
-
Yo
también te amo, Peter.
Se
besaron lentamente, interrumpidos por alguien que abría la puerta del despacho
de Peter.
-
Creo
que tienes que atender a…
Daphne
se quedó a mitad de la frase al ver a Peter pálido.
Alguien
vestido en un traje de diablo rojo los observaba con un cuchillo en alto.
-
El amor, siempre tan bello. Lástima que
no durará, porque los voy a matar.
Lentamente,
Daphne cogió la pistola oculta en su bolso.
-
¿Quién
eres?
-
El que te enseñará el camino a la
muerte.
Wow,
que cursi es este nuevo asesino. No me gusta.
¿Dónde
están los comentarios psicóticos y de mal gusto?
Daphne
alzo la pistola y el Diablo Rojo retrocedió lentamente.
Ja,
que miedoso.
-
Das
un paso más y te vuelo la cabeza, imbécil.
Peter
estaba paralizado. No podía marcar emergencias… ¡ya estaban en la comisaría!
¿Qué se suponía que tendrían que hacer?
Gracias
al cielo, Daphne tenía todo bajo control.
El
Diablo Rojo se dio la vuelta y escapó por una ventana.
Peter
dejó escapar el aire que estaba conteniendo, pero Daphne seguía con la pistola
en alto y los ojos llorosos.
-
¿Qué
fue eso? - murmuró ella.
Peter
le contó todo lo que había ocurrido recientemente en relación al Diablo Rojo.
-
Otro
asesino. Genial- su voz se quebraba.
-
Tranquila,
se ha ido.
Le
bajó lentamente los brazos, y ella soltó el gatillo, que había estado
decidiendo si apretarlo o no.
Dejó
ir el aire que contenía. Peter sonrió.
-
Y…
¿cómo es que tienes acceso a una pistola?
Ella
soltó una risa boba.
-
Yo…
tengo miedo de que me ataquen, así que conseguí permisos y la traigo todo el
tiempo.
Él
asintió, mientras varios policías entraban.
***
Katherine
miraba a los guardias, impresionada.
-
¿No
vieron a El Diablo Rojo entrar? ¿Quieren decir que entró de la nada? ¿Apareció
y ya?
-
Bueno…-
susurró uno- Yo lo vi salir de la oficina del Sr. Hale.
Todos
los rostros se voltearon hacia él.
-
No
había nadie ahí que yo supiera. Lo juro.
Revisaron
grabaciones, pero alguien había desconectado todas las cámaras.
-
¿Cómo
es posible? - susurró Katherine desesperada.
De
acuerdo, tal vez El Diablo Rojo no sea un asesino de cuarta.
***
Blair
Mills se encontraba en su casa. Era un alivio, que al fin las hubieran dejado
marchar, después de convencerse de que yo no era una de ellas.
La
chica agradecía el tiempo pasado en el palacio, pero extrañaba su hogar.
Estaba
revisando su correspondencia, cuando un sobre de color dorado llamó bastante su
atención.
Lo
tomó y lo leyó.
Querida
Señorita Mills:
Está
usted cordialmente invitada al gran evento que Disney organiza esta noche.
Habrá
una gran sorpresa… ¡no puede faltar!
Véanos
en el teatro principal de Disneyland para la alfombra roja.
Atentamente,
Hailee
Hills.
***
-
¿Por
qué nos invitaría Hailee Hills a un “evento sorpresa”? - murmuró Mérida.
-
Bueno…
tal vez sea eso de “perdonarnos” de lo que habló la vez pasada- contestó
Pocahontas.
Hailee
Hills, la creadora de la ex – franquicia, y antigua representante de ellas,
tenía un pasado algo turbio con las doce, y apenas se había movido al pueblo,
alegando que quería empezar de nuevo.
-
¿Alguien
sabe dónde está Giselle? – preguntó Mulán - ¡No ha aparecido desde hace un mes!
Anna
se encogió de hombros.
-
He
llamado a una la estilista suplente- afirmó ella con una sonrisa.
-
¿Tenemos
una estilista suplente? - preguntó Cenicienta, aún triste por la desaparición
de Blancanieves.
-
Así
parece- contestó Tiana.
Entonces,
las puertas se abrieron de par en par y una bola disco salió del techo.
-
¡¿Qué
rayos?!- gritó Mérida.
De
las puertas, salió Yzma con una sonrisa.
-
¡YA
LLEGUÉ!
Todas
se quedaron sorprendidas. Karma, por idiotas.
-
¿Eres
la estilista suplente?
Yzma
asintió.
-
Ahora…
¿cómo quieren que las vista?
-
¡Tenemos
que lucirnos! – aseguró Ariel- Tal vez la franquicia ya no exista, pero la gente
quiere vernos derrotadas… ¡les demostraremos que no es así!
Todas
estuvieron de acuerdo.
Oh
lindas, no las van a ver derrotadas.
Las
van a ver derrumbadas.
***
La
alfombra roja estaba lista, y todas las celebridades desfilaban para entrar al
teatro.
Daphne,
Peter, Katherine y Blair se habían vuelto bastante populares gracias al caso en
el que estaban involucrados, y habían sido invitados cordialmente.
Las
doce también estaban ahí, sonriendo y fingiendo ser fabulosas. Iugh.
Muchos
reporteros se acercaban a Katherine, que lucía aturdida.
Pero
no tantos como los que había alrededor de Hailee Hills, que sonreía y
contestaba las preguntas sonriendo.
Todos
parecían encantados, preguntándose cuál sería la gran sorpresa.
Y
créanme, sería toda una bomba para las princesas.
***
Después
de que todos estuvieran ya sentados, comenzó el evento.
Las
doce iban muy bien vestidas (aunque feas), Yzma, para sorpresa de todas, había
hecho un buen trabajo.
Elsa
saludó a Tinkerbell, que estaba sentada junto a ella.
-
¿Qué
crees que esté pasando? – preguntó ella, con su aburrida voz.
-
Realmente
no lo sé…
Periwinkle
se unió a la conversación.
-
¿No
han visto por ahí a Megara o a Jane? ¡No puedo encontrarlas por ninguna parte?
Elsa
negó con la cabeza.
Entonces,
todas las luces se apagaron y un reflector iluminó a Hailee, quien sonreía
bastante.
***
Katherine, que estaba sentada sola, se llevó una gran sorpresa al ver que Albert Hale se sentaba junto a ella.
Katherine, que estaba sentada sola, se llevó una gran sorpresa al ver que Albert Hale se sentaba junto a ella.
-
¿Qué
haces aquí? - susurró ella, mientras Hailee entraba al escenario.
Él apuntó
con la cabeza a Hailee.
-
Es
mi novia- murmuró.
Y
Katherine se sorprendió bastante.
***
Giselle
se contemplaba en el espejo con una sonrisa enorme.
Nancy
estaba junto a ella, al igual que Edward, quien le dedicaba una amplia sonrisa.
Patrick y Morgan la animaban.
-
¡Estoy
tan emocionada! – exclamó- ¡Es uno de los mejores momentos de mi vida!
-
Lo
sé, estarás grandiosa.
Nancy
la peinaba mientras le decía cumplidos.
Jane
entró corriendo.
-
¡Giselle!
¡Ya es hora!
***
- ¡Hola a todos! – saludó Hailee sonriendo- Es una gran noche para mí. Sé que les dije que esto era una sorpresa, y créanme, no se lo esperan para nada.
- ¡Hola a todos! – saludó Hailee sonriendo- Es una gran noche para mí. Sé que les dije que esto era una sorpresa, y créanme, no se lo esperan para nada.
Un
murmullo recorrió el auditorio.
-
Antes
que nada, quisiera rendir homenaje a las pobres víctimas de los actos de la
detestable “The Wicked Bitch”.
En
la pantalla, apareció el rostro de Milo y el de Jessica.
Las
princesas se miraron. Sabían que Blancanieves, a pesar de ser víctima, nunca
aparecería por sus horribles acciones.
-
Siempre
estarán en nuestros corazones, y lamentamos mucho que tengan ese destino.
La
gente asintió, y la imagen se borró.
-
Bueno,
pasemos al motivo de la noche. La mayoría debe convencerme como la creadora y
antigua representante de la ahora destruida franquicia de “Princesas Disney”.
Las
doce se miraron una a otra.
-
Esa
franquicia tenía el propósito de juntar a miembros de la realeza y las chicas
más populares para vender mercancía e inspirar a la gente a ser mejores.
Objetivo que llegó a cumplirse, pero es cierto que también excluyó y dividió a
la sociedad.
Debieron
haber visto sus caras de incomodidad y disgusto, y como todo el público las
miraba con rencor.
-
Es
por eso que esta vez quiero presentarles una nueva franquicia de la que soy
creadora.
Un
grito ahogado recorrió la multitud.
Las
princesas tenían una expresión horrorizada en el rostro, y yo lo disfrutaba
demasiado.
-
Una
nueva franquicia con las chicas excluidas, una franquicia nueva e innovadora,
que incita a todas las mujeres a sentirse orgullosas de ellas mismas.
Todos
aplaudieron, menos las doce, que observaban todo paralizadas.
-
¡Una
franquicia que promueve el orgullo y los valores! ¡Una franquicia que nos
demuestra que lo más valioso no es una corona! ¡Una franquicia que incluye, que
no discrimina razas, y que ve más allá de la popularidad!
El
público ya estaba de pie y aplaudiendo como loco, para horror de las princesas.
-
Déjenme
presentar a nuestro primer miembro. Ella es decidida, fuerte y tenaz… ¡un
aplauso para Megara!
Megara
entró radiante, saludando aquí y allá, mientras un reflector la alumbraba.
Se
detuvo y siguió saludando.
-
¡Denle
la bienvenida a Elena, una chica sincera, tierna y amable, pero sobre todo
valiente!
Elena
entró lanzando besos y se colocó a unos metros de Megara.
-
Ahora
veremos a una chica leal, inteligente y bellísima. Si aún no saben de quién hablo…
¡señoras y señores, ella es Jane Porter!
Jane
entró muy feliz y se detuvo cerca de Elena.
-
Divertida,
valiente y creativa… ¡Giselle!
Giselle
hizo lo mismo que sus compañeras.
-
Así
que por eso no la hemos visto últimamente- susurró Jasmine, claramente dolida.
-
Ahora
les presento a una chica que busca la justicia, que pelea por lo que quiere y
que tiene una sabiduría enorme… ¡la bella gitana Esmeralda!
Esmeralda se puso
junto a Giselle, sonriendo y casi llorando de felicidad ante tantos aplausos.
-
Y,
por último, pero no menos importante… ¡tenemos a una reina! Pero es mucho más
que una reina… es una mujer sabia, perseverante y constante… ¡Kida!
Kida
se colocó junto a Esmeralda, brillante.
Las
princesas sentían el horror mientras los aplausos se hacían más y más fuertes.
Todo lo que habían construido se caía tan rápido…
¿Qué
se siente, malditas?
-
Damas
y caballeros… ¡las heroínas Disney!
Un
logo de fondo azul y letras blancas que decía “Heroínas Disney” se proyectó.
También
se veía el eslogan “Que no te mientan, la corona no es lo más valioso”.
-
Ya
pueden encontrar la mercancía de las heroínas en su tienda más cercana. También
queremos decirles que todo el dinero recaudado se irá a la caridad.
Los
oídos de las princesas casi explotaban de la cantidad de aplausos que había.
-
Si
quieren pasar por un autógrafo, son bienvenidos.
El
escenario se atascó.
Horrorizadas,
las princesas salieron deseando no ser vistas.
***
Las
doce se encontraban reunidas en unos sillones, acompañadas por sus esposos.
-
Eso
fue… muy extraño- susurró Adam mientras intentaba calmar a Bella.
Ella
negó con la cabeza.
-
No
lo fue. Fue fabuloso- susurró- Fabulosamente humillante.
Mérida
lucía furiosa.
-
¡Hailee
nos engañó! ¡Eso queda clarísimo! – gritó ella furiosa – Todo eso de “el
perdón” solo era para hacer una franquicia que, claramente nos deja en
ridículo.
Jim
intentó calmarla, pero ella estaba demasiado alterada.
-
Claramente
las humilló- concordó Shang- Eso de lo más valioso no es una corona fue una
crítica bastante directa.
Aurora
puso sus manos en su rostro.
-
Todo
se está tornando tan difícil- susurró Aurora llorando. – Primero Blancanieves y
ahora esto…
Y no
puedo ser más feliz al verlas sufrir.
***
Han
decidido volver a dormir todos los príncipes y las princesas juntos. Están
aterrorizados por el Diablo Rojo.
Y no
les voy a mentir, yo también lo estoy un poco.
A la
mañana siguiente, están todos un poco más animados.
Entonces,
llega la correspondencia.
-
¡Alguien
nos mandó una revista! – se emociona Anna- ¡Hace mucho que no recibíamos una!
Todos
se amontonaron alrededor de ella mientras rasgaba su envoltura de cartón.
Era
la revista Stewart, escrita por los hermanos Stewart.
La
revista más popular de toda Disneyland.
El
título ponía.
Adiós, insoportables Princesas Disney.
¡Hola Heroínas!
Bella
leyó el artículo en voz alta, era insultante y degradante, llamando a las
malditas de formas bastante grotescas y alababa a la nueva franquicia.
¡Totalmente
de acuerdo!
Mérida
tomó el teléfono y marcó a su abogado, harta de tantas críticas.
***
Peter y Daphne se encontraban saliendo del metro.
Peter y Daphne se encontraban saliendo del metro.
-
¿Segura
que quieres hacer esto? - preguntó Daphne- Este tipo de asuntos es mi trabajo.
-
Es
que… sé que dije que odio a la franquicia, y es cierto, pero las chicas ya la
han pasado demasiado duro, y creo que merecen justicia.
Peter
asintió mientras subían las escaleras del metro. Entraron a un gigante edificio
y, después de hablar con el encargado, subieron al edificio de los editores de
la revista Stewart.
Britney
y Chase Stewart eran dos hermanos gemelos, que llevaban una exitosa revista de
chismes, pero pocas veces cierta.
Y,
constantemente criticaban a las Princesas, pero ahora sí que se habían pasado.
Peter
tocó a la puerta, con una placa en la que se leía:
Hermanos Stewart.
-
Pasa-
dijo una chillona voz femenina.
Ambos
pasaron, y vieron a una mujer de cabello castaño sentada en un escritorio,
parado junto a ella estaba un hombre muy parecido. A ambos los rodeaban dos
guardaespaldas.
-
¡Oh!
¡Señor Gardner! - susurró Chase- Abogado de las ex – princesas, ¿no es así?
-
Ajá.
La
mujer sonrió.
-
¿Y
usted?
-
Daphne
Price, su novia.
-
Oh,
que lindos… ¿qué se les ofrece?
La
mujer era molestamente- y falsamente- amable, con una sonrisa algo maniaca.
-
Bueno…
recientemente publicaron un artículo ofendiendo a las prin… chicas, y están
bastante molestas.
Britney
asintió, con su inquietante sonrisa y soltó una risita.
-
Lo
sé, fue fabuloso escribirlo… ¿me venías a felicitar por mi gran trabajo?
Daphne
lucía bastante sorprendida.
-
Emm…
yo… - Peter lucía muy nervioso- De hecho, te pedía que retiraras el artículo y
ambos pidieran disculpas por él.
-
¿Qué,
por qué lo haríamos? - preguntó Chase, burlón. No parecía muy inteligente.
Peter
los miró sin poder creerlo.
-
Porque
es ofensivo y…
-
Legal-
susurró Britney- Tenemos derecho a expresar nuestra opinión, y eso es lo que
opinamos de tus sucias princesas.
-
Yo…
sólo estoy pidiendo amablemente que retiren el artículo y no vuelvan a
ofenderlas así.
Britney
lo miró, con una sonrisita de suficiencia y una mirada astuta.
-
Y
yo te respondo amablemente que no lo haré.
Daphne
tomó a Peter de la mano.
-
Vámonos,
Pete, no entienden.
-
Esto
no acaba aquí- murmuró él.
Britney
los despidió sonriendo.
***
El teléfono de Bella prendió.
El teléfono de Bella prendió.
Le
había llegado un mensaje.
Era…
¿Blancanieves?
¿Qué?
Pero… ¿no estaba atrapada?
¡Les
dije que ese Diablo Rojo era un asesino de pacotilla! ¡La liberó!
Bella
leyó el mensaje.
S.O.S.
ESTOY AFUERA, SAL SOLA… ¡POR FAVOR!
De
acuerdo, eso es muy raro.
Bella
salió, asustada y comenzó a gritar el nombre de su amiga.
Vio
otro mensaje.
EN
LA CALLE.
Y
ahí fue.
-
¿Blancanieves?
¿En dónde estás?
Entonces,
escuchó, demasiado tarde, el sonido de una camioneta.
Se
dirigía a toda velocidad hacia ella.
La
conducía el Diablo Rojo.
Le
lanzó algo.
Bella
vio, horrorizada, un cadáver lleno de sangre.
Pálido
y con cabello negro…
Oh
no. ¡MATARON A LA TRAGA-MANZANAS! ¡Y NO FUI YO! ¡MALDITO DIABLO ROJO, YO QUERÍA
MATARLA!
Y,
entonces, mientras Bella gritaba, la camioneta la golpeó a toda velocidad.
Uy,
eso sí que luce mal.