Capítulo 53
Stephen Strange
NARRA HIPPO
Me
acerco corriendo a Jim y le tomo el pulso. Está vivo.
Entonces…
¿Qué ha ocurrido?
Mérida
me mira fijamente. Sus ojos son dorados. Entonces, algo increíble ocurre.
Dos
nubes se le acercan. Pero no son nubes comunes y corrientes.
Son
gigantescas. Y una es de color negro. La otra, es dorada.
Ambas
la envuelven, y de repente, desaparecen.
Pero
no solo las nubes.
Mérida
tampoco se encuentra ahí.
***
NARRA MÉRIDA
NARRA MÉRIDA
Abro
los ojos.
¿Qué
ha ocurrido?
Lo
último que recuerdo es haberme elevado, y luego todo parece tan confuso…
No
sé en donde estoy. Todo está oscuro.
Entonces,
una luz inmensa lo invade todo.
Una
esfera dorada está en frente de mí, y ahora todo es blanco. Junto a aquella
esfera, hay una negra.
Hola, Mérida.
Suena
como una voz vieja, pero a la vez joven. No sé si es un hombre o una mujer.
-
¿Quiénes
son ustedes? ¿En dónde estoy?
Miro
a la esfera… ¿de ahí proviene la voz?
Tranquila, no te
haremos daño.
No
sé cómo, pero ahora puedo detectar que esta voz proviene de la esfera negra.
Habla
- ¿están hablando? - ahora la esfera dorada.
Somos los primeros
creadores. Los que crearon todo. Incluso a Walt.
Esta
afirmación me pega como una bofetada.
Y,
entonces me siento muy torpe.
Obviamente
algo debió haber creado a Walt.
¿Cómo
pude no haberlo pensado antes?
-
¿Y
qué los creo a ustedes?
Me
contesta la esfera negra.
Eso tardarías
mucho tiempo en entenderlo, si es que alguna vez llegas a hacerlo. Pero no es
de importancia. Algún día, cuando abandones tu cuerpo, lo comprenderás. Y no
creo que quieras hacerlo ahora.
La
esfera dorada prosigue.
Ahora mismo estás
en una especie de trance, entre la vida y la muerte, pero no te preocupes,
volverás. Es tu destino.
-
¿Y
por qué estoy aquí?
Antes, tenemos que
contarte una historia.
Asiento.
Y
comienzan a contarme la siguiente historia:
Al
principio, solo estaban ellos. Solos y abandonados.
Entonces,
crearon a los humanos, los animales, las plantas y todo lo que existe en el
universo. También, crearon seis gemas. Seis gemas que controlarían todo.
Pronto,
se dieron cuenta de que algunos humanos eran más inteligentes que otros, y les
dieron otras capacidades.
Los
guiaron al Reino de los Sueños, una creación de ellos, en las que se
encontraban criaturas sumamente inteligentes que ayudarían a los humanos escogidos
con su misión.
A
estos humanos, les dieron la capacidad de crear nuevos mundos y criaturas.
Pero
todos crearon cosas espantosas, y se creyeron dioses.
El
peor de todos fue Thanos.
Lograron
quitarles sus poderes a todos, y todos murieron, menos Thanos.
Él
se encargó de encontrar la inmortalidad, aunque fue encerrado por ellos.
Todos
excepto uno.
Walt
Disney.
Era el predilecto le contó la esfera
dorada El único que logró lo que
queríamos, incluso adoptó criaturas de otros creadores, como de aquel joven
Dreamworks, y las metió en su mundo. Un mundo que, por cierto, siempre
adoramos. Y, es por eso que escondimos ahí nuestras gemas.
Pero, continuó la negra,
ahora Thanos ha vuelto, las mismas
creaciones de Walt lo han liberado, y ahora no es solo su mundo el que está en
riesgo, si no todas las creaciones del universo.
Mérida
los miró, perpleja.
-
¿Y
por qué no han hecho nada? - gritó, enojada.
No podemos
interceder. A diferencia de Walt, no tenemos cuerpo, y nuestros poderes no
pueden cambiar el rumbo de las cosas. Va más allá de nuestra capacidad. Pero,
por azares de la vida, Jim y tú murieron-al menos por un tiempo- y vinieron a
nosotros.
La
esfera negra tomó la palabra.
Como ya sabes,
cada uno de ustedes guarda algo del mundo de Walt. Tú, guardas la luz, y Jim la
oscuridad. Pues, se nos ocurrió la misma idea. Le dimos a Jim la oscuridad de
nuestro mundo, y a ti la luz. Por eso tienes ese poder que no puedes controlar,
y por eso Jim perdió toda su luz.
Fue
el turno de la esfera dorada.
Ambos vieron todo
el mundo, y tú, al tener luz, fuiste positiva. Decidiste seguir adelante e
intentar repararlo. Pero la oscuridad en Jim causó su pesimismo. Dijo que
destruiría todo el mundo para construir uno nuevo, uno mejor.
Ahora
hablaba la oscura.
Jim decidió
recordar todo lo que había visto y volvió. Pero tú preferiste olvidar, al menos
hasta que pudieras dominar totalmente tus poderes lumionosos, que es lo que
acabas de hacer.
Mérida
los volvió a mirar.
-
Yo…
¿no hay forma de quitarle la oscuridad? ¿A Jim?
No. Pero lo has
curado apenas, Mérida. Al lanzarle ese rayo, lograste equilibrar la luz y la
oscuridad dentro de él, y ha vuelto a ser el de siempre. Igual que tú, al
lanzar ese rayo, una parte de la oscuridad de Jim está en ti.
A
Mérida se le pusieron los pelos de punta.
-
¿Cuánta?
La mitad. Y él
tiene la mitad de tu luz. Ahora, comparten la luz y la oscuridad de todo el
universo. Como debe ser.
A
Mérida se le llenaron los ojos de lágrimas.
Pero eso no es
todo lo que queremos decirte. Es hora de que les brindemos ayuda, como debimos
haber hecho hace mucho tiempo. Es por eso que queremos presentarte a un viejo
conocido, Mérida.
Su nombre es
Stephen Strange, y tiene una de las tareas más importantes de nuestra creación.
Él es el
protector, se encarga de equilibrar la oscuridad y la luz.
Y es por eso que
va a ayudarte, pero también Jim y tú deberán ayudarlo.
Mérida
asintió.
Y,
entonces, para su sorpresa, apareció un hombre.
Era
alto, y lucía muy fuerte.
Tenía
ojos azules, y cabello café. Su rostro era de alguien valiente.
Le
sonrió a Mérida.
-
Hola,
Mérida.
Y,
por primera vez en mucho tiempo, sintió esperanza.