Capítulo (Especial) 23: Elsa. La Guardiana de Hielo

   Capítulo 23

                   Elsa: La Guardiana del Hielo

Elsa y Jack estaban en un jardín. Eran las primeras horas del día.

Pero no tenían frío.

Oh, no. Vaya que no tenían frío.

Pues claro que no lo van a tener, si ambos tenían poderes de hielo.

-         Ahora... Elsa... Necesito que me cuentes toda tu historia, desde que tienes memoria de tus poderes.

Elsa suspiró y comenzó:

“Bien, cuando nací el ambiente era frío, muy frío. Todos se estaban congelando, pero yo no. Yo apenas y tenía frío. O eso es lo que mis padres contaban

Claro que ambos se llevaron una gran sorpresa cuando saqué un poco de nieve de mis dedos al tener mis primeros meses de edad, o cuando vieron mi cabello. Así que hablaron con un hechicero. Era un ser privilegiado, tenía poderes. Era una en un millón.

Unos años después, Anna llegó al mundo. Era un día de primavera. Pero aun así Anna tenía frío.

Y, después, cuando Anna comenzó a tener conciencia le revelé mi secreto. Tenía poderes. Todas las mañanas ella me despertaba y jugábamos, hacíamos muñecos o lo que fuera.

Pero un día, un terrible día congelé por accidente la cabeza de Anna. Mis padres enloquecieron y me encerraron sola.

Cada día Anna tocaba a mi puerta pidiéndome que hiciéramos un muñeco. Y cuando ella estaba ya lo suficientemente lejos yo le decía que sí. Que sí quería hacer un muñeco.

Pasaron los años y yo seguía encerrada. Encerrada. Encerrada por siempre. Sólo hablaba con mis padres.

Con mis padres y con un hombre al que nunca vi hasta tiempo después.

El realmente no estaba ahí, me hablaba por la mente y yo le contestaba.

Hasta que no lo vi en persona siempre tenía la duda de que la soledad me hubiera vuelto loca, aunque realmente la soledad nunca me molestó.

El hombre siempre me decía que mi poder era hermoso. Y que con su oscuridad daría un gran potencial.

Siempre me ofrecía ir por mí en la noche, y un par de ocasiones le dije que sí. Pero luego negaba lo que acababa de decir al pensar en mis padres solos y desesperados.

Me decía que juntos dominaríamos el mundo. Que al fin podría controlar mis poderes.

Pero yo no podía. Yo no quería.

Y nunca olvidaré. Jamás, el día en que me di cuenta de que ahora aquella misteriosa y tal vez falsa voz era mi único amigo.

Fue el día en que murieron mis padres.

Anna había dejado de tocar mi puerta cosa de un mes antes de aquel incidente, y aquel día la perdí definitivamente. Fue la última vez que tocó en mi puerta.

Yo estaba aterrada, sabía que debía abrir la puerta. Que ella me necesitaba más que nunca. Pero, una vez más, el pánico y mi poder se apoderaron de mí. Y no pude conceder la única petición de mi hermana el día en que estaba más devastada: Que le hiciera un muñeco.

La voz se había convertido en mi compañera. Y durante tres años era lo único que oía, además de los empleados llevándome comida.

Ya no oía a mi padre pidiéndome que me calmara.

A mi madre gimiendo y diciendo que me amaba.

Ya no oía las peticiones de Anna.

Tan sólo aquella voz, aquella maldita y a su vez bendita voz.

Y recuerdo, que el día de mi coronación aquella voz se esfumó.

Entonces comprendí que la voz sólo aparecía cuando yo estaba sola.

Tres años después de la muerte de mis padres fui coronada. Todo era perfecto. Todo marchaba a la perfección.

Hasta que Anna me hizo enojar. Oh, sí. Recuerdo ese terror que sentí al revelar mis poderes.

Y ese alivio en mi interior al correr en el fiordo congelado.

Me escondí. Cree un palacio hecho de hielo para vivir ahí.

Y fue cuando conocí a la voz en persona.

Si te soy sincera jamás se me paso por la cabeza cual podía ser la apariencia de la voz.

Aunque un par de veces me menciono que era horrible a causa se haber perdido el alma. Pero cuando lo vi no me pareció horrible. Me pareció bastante... interesante.

-         Hola, Elsa- dijo sonriendo- Me gusta tu nuevo cambio.

-         Gracias.

-         Lamento no haberme presentado antes. Mi nombre es Pitch. Pitch Black.

-         Y bueno, supongo que ya sabes mi nombre

Hablo conmigo mucho tiempo, por primera vez en mucho tiempo me sentía cómoda con la compañía de alguien.

Entonces, alguien tocó la puerta. Era Anna.

Pitch se esfumó prometiendo que volvería.

Discutimos. Yo había creado un invierno eterno, y, por accidente congelé el corazón de mi hermana.

Obligué a Anna a salir del palacio. Estaba aterrada. ¿Cómo iba a resolver aquel invierno?

Y fue entonces cuando Pitch reveló su verdadera identidad. Me ofreció ayuda, diciéndome que si me unía a él y a la oscuridad todo sería más fácil.

Pero no lo hice.

Entonces, me reveló que todo este tiempo él me había estado usando. Sólo para conseguir mis poderes. Se esfumó de nuevo.

En ese instante llegó Hans, el prometido de mi hermana, con todos los soldados. Después de un ataque (en el que Pitch, en mi mente me decía que me uniera a él) terminé inconsciente y desperté en la cárcel. Sola.

Logré escapar. Había provocado una ventisca. Durante esta ventisca Pitch me gritaba que debería haberme unido a él. Que así no hubiera tenido problemas.

Cuando lo vi por última vez fue cuando Hans me anunció que había matado a mi hermana (cosa que no era cierta) y caí al hielo.

 Solo vi polvo negro y como él se esfumaba.

Esa fue la última vez. Excepto por hoy, cuando lo encontré con el maldito hombre sombra.

Aprendí a controlar mis poderes, y bueno después de unos años estoy aquí”

Jack se quedó sin palabras.

-         Oh... Elsa... Pitch... Pitch... Pitch es el mayor enemigo de los guardianes.

-         Y estaré orgullosa de pelear contra él si es necesario.

El resto de los guardianes entraron.

-         Elsa, ¿Nos permites un momento?

-         Claro

Elsa salió del jardín.

-         ¿Qué sucedió?- preguntó Conejo

-         Es más importante de lo que creíamos- dijo Jack muy serio

-         ¿Por qué la dices?- preguntó Hada asustada

-         Pitch la buscó, hace tiempo, mucho antes que nosotros, y que la muerte de Norte.

-         ¿Y cómo es que él lo sabía?- preguntó Conejo confundido.

-         Chicos...- Hada tomó aire- Hay algo que no les he dicho.

-         ¿Qué sucede?- preguntó Sandman por medio de señas.

-         Norte tenía un secreto. No era muy importante. Pero era un secreto.

-         ¿Qué es?- preguntó Jack

-         Pitch sabe más que nosotros, porque él se comunica con la luna de alguna manera. Obviamente el hombre de la luna ya lo sabe, pero no hay manera de frenarlo. Tiene algo que le permite saber las decisiones de la luna mucho antes de que nos las diga a nosotros.

-         ¿Por qué Norte no lo dijo y a ti si?- se enojó Conejo

-         Yo lo descubrí. Por accidente. Y me pidió que lo guardara como secreto.

Jack solo se quedó pensando. No es que Norte le contara todo, pero es cierto que se sentía un poco decepcionado de que no se lo hubiera contado ¿Cuánto más estaría escondiendo Norte?

Elsa aprovechó el alboroto para escaparse al vestíbulo. Era cierto que ahora ya no estaba tan sola y le gustaba la compañía. Pero seguía amando estar sola.

Alguien llegó por atrás y rodeó su cuello con sus brazos.

-         Hola, preciosa- era Hippo

-         Hola Hippo

-         Tengo que decirte algo- dijo el chico decidido.

-         ¿Qué sucede?

Hippo se sentó junto a Elsa en el sillón y le tomó la mano. Estaba helada pero no la soltó. La vio a los ojos y con la otra mano le acarició la mejilla.

-         Te amo- dijo al fin- Y sé que han pasado solo dos semanas desde que nos conocimos, pero estoy profundamente enamorado de ti. De tus ojos, de tu cabello, de tu piel. De tu frío. De tu actitud seria y a de esa actitud divertida que rara vez sale. De tu inocencia, tu ternura. Tu madurez y tu responsabilidad. Por todo eso y por mucho más te amo y estoy enamorado de ti.

-         Hippo...

Hippo puso su dedo sobre los labios de Elsa, la besó en la mejilla, le guiñó el ojo y se fue.

Dejando a la chica sola y pensando.

¿Acaso ella también lo amaba?

Entonces, Anna llegó acompañada de Kristoff. Venían tomados de la mano. Elsa cayó en cuenta de que ya eran las nueve de la mañana.

-         Anna... Necesito hablar contigo.

-         ¡Claro!

Anna fue a la habitación de Elsa.

-         ¿Qué sucede?

-         Es... Es... Es Hippo.

-         ¿Qué hay con Hippo?

-         Me...- comenzó a susurrar en esta parte- Me confesó que está enamorado de... de mí. Y no sé si yo... si yo lo esté.

-         En eso puedo ayudarte- gritó una voz que no era ni de Elsa ni de Anna. Era de Olaf.

-         ¿Olaf?

-         Veamos... ¿Qué sientes cuando lo ves?

-         Me pongo muy, muy nerviosa.

-         Bien- dijo Anna- ¿Y cuándo lo ves a los ojos?

-         Es como si solo existiéramos él y yo...

-         Entonces, hermana, estás enamorada.

Mierda, pensó Elsa, estoy enamorada.

Y no es que fuera exactamente malo. Es que ella era correspondida.

Y si era correspondida lo que seguía era hablar... pero...

¿Cómo se lo diría a Hippo? 

CONTINUARÁ...