Let It Snow: Primer Estrofa

Primera Estrofa

Disneylandia olía a navidad.

¿Cómo algo puede oler a navidad? Ustedes se preguntarán.

Pues bueno, es un olor dulce, es como si olieras nostalgia. Tomas una bocanada de aire y te sientes tan feliz que parece que vas a explotar.

Pues a eso huele la navidad. Y a eso olía Disneylandia.

La gente caminaba emocionada por las calles, comprando regalos, dulces y juguetes. Riendo y lanzando bolas de nieve.

Había un enorme edificio, con ventanales transparente. En su cima se leía Overland Company.

Se encargaba de la producción y venta de madera. Un negocio impresionante.

En una de sus muchas oficinas el dueño de la compañía miraba todo con aire de tristeza.

Jackson Overland, con el cabello color escarcha y unos inmensos ojos azules miraba a la ciudad, curioso.

La navidad le daba tristeza. Nunca la celebraba. Sus padres habían muerto diez años atrás en nochebuena. Cada vez que pensaba en su recuerdo su pecho se oprimía.

¿Por qué celebrar la navidad?  No había nada que lo hiciera feliz, ni nada por lo que celebrar.

Suspiró.           

Sus empleados tenían la noche libre, y también el 25. Podía no celebrar la navidad, pero respetaba las creencias de sus empleados. Él no era un Scrooge o un Grinch. Mentira.

Sí lo era, pero podían demandarlo por no darles el día.

Estúpidos empleados. No se merecían el salario. Odiaba ayudar a los demás.

Salió del edificio después de apagar todas las luces.

Subió a su limosina. Su chófer y sus guardaespaldas lo esperaban.

***

Entró a su lujosa casa. También su chófer y sus guardaespaldas tenían la noche libre.

Se quitó la ropa y se metió a la tina, sentía su piel sumergida en el agua caliente.

¿Y si se ahogaba?

No. Suicidarse no era una escapatoria viable.

Era cierto que estaba sólo. Pero, en el fondo de su corazón, aún tenía la esperanza de que algo bueno sucediera.

Se puso algo de ropa y fue a la televisión, la prendió y se puso a ver una comedia.

***

Cuando era la medianoche Jack escuchó unas campanadas. Y luego tocaron el timbre.

Jack arqueó las cejas. ¿Quién podía ser a esa hora?

Se encogió de hombros. Se debatió entre abrir y fingir que no había oído nada.

Pero la curiosidad le ganó. Tomó un sartén, temiendo que fuera alguien que le iba a hacer daño, y abrió la puerta.

Se quedó sorprendido.

Una chica de ojos azules y cabello platinado estaba en la puerta. Tenía un vestido azul. Lucía como un ángel.

-         Hola, Jack- su voz era como música.

¿Cómo sabía su nombre?

-         Ho… hola- susurró Jack confundido.

Ella sonrió.

-         ¿Tienes comida? Muero de hambre.

Jack se sentía como un estúpido. Asintió. Le dio un poco de pasta.

Ella lo devoró rápidamente.

Jack le sonrió.

-         Y… ¿tú eres?

-         Me llamó Elsa.

Elsa.

Le gustó su nombre.

Ella lo miraba fijamente, le tomó la mano. Jack se sorprendió, por enésima vez en la noche. Hace mucho que nadie le tomaba la mano.

-         ¿Y qué vienes a hacer?

Lo miró, y él sentía que se derretía. ¿Qué rayos le pasaba?

-         ¿Quieres ser feliz?

-         Sí- la respuesta le salió sin quererlo.

Elsa le sonrió de nuevo.

-         Pues estoy aquí para ayudarte a serlo.

Soltó una carcajada.

-         ¿Y cómo planeas hacerlo?

-         La estrella de Belén.

Rió, ahora con más fuerza.

-         La leyenda dice que puede hacer feliz hasta al ser más infeliz de todos.

-         ¿Y esperas que te crea? La magia no existe.

Ésta vez fue ella quién soltó una carcajada.

Abrió la mano y salió nieve de sus dedos.

Jack abrió los ojos como platos.

-         ¿Decías? Ahora… ¿Vendrás conmigo o no?

Debía haber un truco.

Pero aceptó.

Al fin y al cabo no perdía nada.

La chica era hermosa. No pasaba nada si estaba un rato con ella.

-         Una cosa: La estrella es verde- susurró ella.

Jack alzó una ceja. ¿Qué significaba eso?

Elsa se puso de pie y abrió la puerta.

-         ¡Vamos en una gran aventura!

¿Sería una gran aventura?

Jack no lo dudaba.

¿En serio existía la Estrella de Belén?

Pero lo que más consumía a Jack era la siguiente duda:

¿Podría ser feliz?

CONTINUARÁ…