jueves, 10 de marzo de 2016

Las Crónicas de El Fin de Disney #11: Ariel- Una Soñadora Bajo el Mar

11


Es tiempo de volver a sumergirnos, y viajar de nuevo a Atlántica.
Mientras que Úrsula juraba que se vengaría, y unía todas las piezas del rompecabezas para acabar con Tritón y Atenea, estos no podían estar más felices.
Su reinado había resultado ser muy exitoso, y todos eran ahora felices. A excepción de Úrsula y los octópidos, claro está.
Tenían siete bellas hijas.
Attina, la mayor, responsable de aletas a cabeza.
Alana, todo el tiempo preocupada por su belleza y aspecto.
Adella, siempre coqueteando con los chicos.
Aquata, algo gruñona y exagerada, pero con un gran corazón.
Arista, muy energética y, de vez en cuando, celosa.
Andrina, una sirena muy bromista y risueña.
La más pequeña de todas era la bella Ariel, con apenas siete años, una sirena pelirroja, con bellos ojos azules, que era muy parecida a su madre, pero con los ojos de su padre. Era diferente a todas las demás, era curiosa e imprudente, y normalmente su mente estaba en otros sitios.
Era la que más conectaba con su madre, pues a ambas las distinguía un espíritu curioso y aventurero.
A pesar de que Tritón no confiaba en los humanos por lo que habían hecho a Úrsula, su esposa sí que lo hacía, aunque ya no los veía muy a menudo para no despertar la furia del rey.
Pero no podía evitar contestar las preguntas de su hija más pequeña, quién sentía una imparable curiosidad por los humanos.
-         Pero mamá, no lo entiendo… si ellos no tienen aletas, ¿cómo es que nadan?
Atenea no pudo evitar soltar una carcajada ante la pregunta de Ariel.
-         Ariel, ellos no nadan. Caminan. Y para caminar no necesitan aletas, si no piernas.
-         ¿Piernas? ¿Y eso qué es?
La reina dibujó con su dedo en la arena el cuerpo de un humano, y le enseñó a Ariel lo que eran las piernas.
-         ¡Mamá! ¡Yo quiero ser una humana!
Atenea sonrió.
-         Claro pequeña, tú puedes ser lo que tú quieras.
Ariel rio.
-         Hay algo que quiero darte- susurró Atenea.
La sirena la miró curiosa, mientras Atenea le entregaba un tenedor.
-         Es un objeto humano. Sirve para peinarte.
Ariel comenzó a peinarse, mientras reía.
-         ¿De dónde lo sacaste, mamá?
-         De un amigo. ¿Quieres conocerlo?
Al poco tiempo Atenea llevó a Ariel a conocer a su amigo, una gaviota llamada Scuttle, quien le traía a Ariel objetos del mundo humano, y la mantenía cada vez más maravillada con aquel mundo.
***
La venganza de Úrsula comenzó cuando menos lo esperaban.
Ariel, sus hermanas, Tritón, Atenea y cientos de sirenas más disfrutaban del sol en un bello y calmado lugar. Cantaban, gritaban y jugaban. Era el cumpleaños de la reina, y no podían estar más felices.
Pero Úrsula pensaba arruinar eso.
A través de un sencillo hechizo cambio de forma, se transformó en una bella humana, a la que decidió bautizar como Vanesa.
Fue a un pueblo cercano, intentando no maravillarse de todo lo nuevo y desconocido que había.
Subió al barco de unos marineros que encontró y los emborrachó. Después comenzó a contarles historias.
-         ¿Alguna vez han querido ser inmortales? - susurró ella- ¿Nunca tener que preocuparse por envejecer, o por enfermarse?
Se oyeron varios comentarios afirmativos.
-         Pues entonces lo único que tienen que hacer es matar a la reina sirena.
-         ¿Y en dónde la encontraremos?
Úrsula les dio la ubicación exacta del lugar donde estaba Atenea.
Y esperó a que el desastre ocurría.
***
Atenea se había ido. Había sido asesinada por un barco repleto de piratas.
Tritón miró al cuerpo sin vida de su esposa mientras las lágrimas resbalaban por sus mejillas.
Ariel miraba triste a su madre, la que había sido su cómplice en todas aquellas aventuras.
La habían matado los humanos, pero aun así no podía evitar sentir una inmensa curiosidad por ellos, quería conocerlos, saber más.
Pero… ¿por qué?
***
Pronto encontró la respuesta. Flounder, un pez que conoció huyendo de sus deberes, se la hizo ver.
-         Oye Ariel, creo que ya sé por qué estás tan obsesionada con aquel mundo de arriba.
Ariel lo miró desconcertada. Tendría unos catorce años. ¿Cómo lo sabía él? ¿Quién se lo había dicho?
-         ¿Y por qué, Flounder?
El pez la miró.
-         Bueno, eres la última hija. Y supongo que las responsabilidades que tienes te abruman, tienes un concierto cada dos semanas, clases, discursos… ¡A mí me cansa sólo de oírte hablar de ellos! Además, tu padre todo el tiempo te tiene presionada, y no te da libertad.
La sirena lo observó confundida durante un instante.
-         ¿Y eso qué tiene que ver?
-         Pues el mundo exterior es la única manera de escapar de tu realidad, Ariel. Así lograrás ser libre, y podrás hacer todo lo que quieras.
La chica cambió de tema rápidamente. Flounder había dado en el clavo. Necesitaba más que nunca ir al mundo exterior.
***
Cuando cumplió quince años al fin lo logró.
Todo comenzó una noche, en la que miró unos curiosos brillos en el agua, después de haber faltado a un importante concierto.
Salió a la superficie para averiguar, y se quedó maravillada al descubrir un barco humano, rodeado por fuegos artificiales.
Al asomarse el corazón se le aceleró. Un príncipe, de ojos azules y cabello negro bailaba emocionado, pues era su cumpleaños.
Era hermoso. Y sintió el incesante deseo de estar entre sus brazos, de acercarse a sus labios y escuchar el latido de su corazón.
Él era su puerta de entrada al mundo humano. Si conseguía conocerlo a él, conocería el mundo con el que tanto había soñado, y lograría, al fin, ser libre.
Lo contempló durante mucho tiempo, y cuando iba a volver al mar, el barco se hundió.
Ella, alarmada, sacó a su príncipe del agua y lo mantuvo a salvo todo lo que pudo.
Nadó hasta la orilla, acariciando a el príncipe, cantándole y prometiéndole que todo estaría bien.
Cuando lo dejó a la orilla lo acarició por última vez.
-         Volveré por ti, lo prometo- le susurró al oído- Sólo tengo que asegurarme de ser igual a ti.
Y se marchó, con sus ojos azules grabados en la mente.
***
Úrsula la recibió encantada.
¿Ser humana, querida? ¡Pero claro!
Sólo tienes que firmar un contrato.
Si al ponerse el sol el tercer día no logras besarlo tu alma me pertenecerá para siempre.
Ariel, como una luchadora y guerrera, como una sirena que luchaba por sus sueños, una valiente adolescente que se atrevía a hacer real lo que deseaba, firmó, sin importarle las consecuencias, escuchando a su corazón, y sin poder evitarlo.
La bruja sonrió. Su venganza comenzaba.
Pero lo que no sabía es que algo más comenzaba, algo más fuerte que la venganza, o el dolor, o incluso que la magia.
Dentro de Ariel comenzaba la realización de un sueño.
Y el comienzo de un amor.


2 comentarios:

  1. Mi Arieeeeeeeeeel *__*
    Realmente me emocionan mucho tus Crónicas! Sé que te dije que me leería tus capítulos pero ando que no sé donde tengo la cabeza, aún así lo prometido es deuda y te aseguro que tarde o temprano me embarcaré en este gran fanfic :)
    Qué mala es Úrsula :( Pobre Atenea... Hubiese sido la única que habría comprendido a Ariel. Me encanta como lo has relacionado todo.
    Realmente precioso, Diego, espero leer más cosas tuyas.
    Besitos!

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    1. ¡Hola Lily!
      ¡Muchas gracias, a mi me encanta hacerlas! No te preocupes, soy consciente de que son demasiados capítulos jajaja, cuando lo leas espero que te guste.
      Úrsula es una mala, pero tiene sus razones. Atenea merecía vivir.
      ¡Gracias de nuevo!
      ¡Saludos!

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