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Hans: Un Príncipe Vengativo
Muy lejos de Arendelle, en dirección hacia el sur hay un reino.
Éste reino es Las Islas Del Sur.
Pero antes que nada, antes de empezar, tiene que aprender, que toda
persona tiene un presente, pero no puedes juzgar sus acciones en el presente,
sin conocer su pasado, y es justo de lo que les voy a hablar. De un joven que
ha sido juzgado por sus acciones en el presente, más no es conocido su pasado.
El Reino De Las Islas Del Sur tiene 13 príncipes.
Los primeros dos príncipes se llaman Klaus y Viktor, y son grandes
amigos, siempre se han llevado bien al ser los mayores.
Los siguientes dos se llaman Nikolaus y Fredbjorn.
Los otros dos se llaman Alexander y
Andrew.
De los siguientes tres, dos son gemelos, estos gemelos se llaman Damien
y Derek, el siguiente hermano se llama Grant.
Los siguientes dos príncipes son William y Linus.
Los últimos dos se llaman Robert y Hans.
Cuando su madre les anunció a sus hermanos el nacimiento de Hans, la
gran mayoría no sintieron emoción, en
especial Klaus pues había visto nacer a once bebés desde antes que
cumpliera dos años, su madre tenía un hijo casi cada año.
Pero uno de los hermanos sentía una enorme emoción, Robert, ya que éste
sería su primer hermano menor.
El pequeño Hans nació el 23 de Noviembre.
Tenía un hermoso cabello rojo y ojos verdes, además de una piel rosada.
Su madre acariciaba su mejilla. Sacó un medallón de oro y lo puso
alrededor del cuello de su hijo, tenía grabado su nombre Hans.
Cada príncipe de las Islas Del Sur tenía su propio medallón.
El nombre de la madre de Hans y sus doce hermanos era Hela, su cabello
era de color café, sus ojos eran azules y su piel era pálida. Siempre se le
veía con una sonrisa a donde fuera.
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Hecha por mí |
Su corona tenía unas preciosas esmeraldas.
El padre de los trece, Eridan, era de cabello rojo, como el de Hans y
tenía unos profundos ojos cafés. Salió corriendo a avisar al resto de sus
hijos.
-
¡Chicos, vengan!
El primero en llegar fue Robert, los ojos le brillaban de una forma
única, que hizo sonreír a su madre aún más.
El pequeño tenía dos años.
Los demás fueron llegando con una mirada de indiferencia, Klaus, el
mayor, tenía 14 años en ese entonces y estaba muy ocupado en sus labores de
príncipe, ni siquiera fue a visitar a su hermano.
Dos horas después el único hermano de Hans que seguía ahí era Robert,
que no dejaba de contemplar a su hermano y abrazar a su madre, la cual estaba
destrozada por la reacción de sus demás hijos.
Eridan también estaba furioso con sus hijos, pero no podía armar un
papel porque el día era totalmente para el nuevo bebé.
-
¿Cuál es su
nombre?- preguntó Robert al fin.
-
Hans- dijeron
Eridan y Hela al mismo tiempo.
-
Mamá- dijo
Robert con una voz que hizo a su madre sonreír de nuevo.
-
¿Sí, Robert?
-
¡Yo siempre
protegeré a mi hermano de todo! ¡Lo protegeré del resto de mis hermanos! ¡Seré
su guardián!
-
Eso espero- Su
madre soltó una risa y besó en la mejilla a sus dos hijos menores, primero a
Robert y luego a Hans.
Pasaron los años, y el bebé que alguna vez sus hermanos consideraron
insignificante se convirtió en un problema, para empezar, se comenzó a
convertir en un niño muy carismático que había enamorado a todo el personal del
palacio, y que volvía loco a su padre al punto de hacerlo reír hasta la risa.
Robert y Hans se habían convertido en los mejores amigos que podían existir.
También se había convertido en el mejor de los hermanos para todo, para
el esgrima, para el tiro con arco ¡Incluso para dar discursos!
Pero sin duda lo que más afecto a once de sus doce hermanos fue la
relación que Hans tenía con su madre, tenían una relación totalmente especial,
se llevaban muy bien, todo el tiempo estaban juntos, Hans era como el
acompañante de Hela.
La mujer le contaba cuentos y jugueteaba con él, además de que siempre
le cantaba canciones.
A Robert esto no le molestaba en lo absoluto, incluso le alegraba ver
que Hans y su madre se llevaban tan bien.
Hans podría ser descrito como el niño más feliz de la tierra.
Cuando el niño cumplió diez años, sus padres le regalaron a un caballo
de pelajes dorados, a quien Hans nombró Sitron. Ambos eran grandes amigos,
siempre cabalgaba en su caballo por los bosques, era un gran jinete.
Pero, cuando Hans cumplió los trece años todo se derrumbó. Su madre
contrajo una extraña enfermedad llamada viruela.
Durante seis meses estuvo en cama y en reposo, Hans y sus hermanos
siempre la visitaban, pero Robert y Hans se quedaban hasta que ya no aguantaban
el sueño esperando mejoras.
El último día en la vida de Hela, la reina aún sonreía, y besó a cada
uno de sus hijos. Pero el beso con Hans fue especial, fue el único en el que la
reina soltó una lágrima.
El funeral de su madre fue desgarrador, Hans no podía creerlo, y no
paraba de llorar todo el tiempo. Su padre estaba ausente y parecía totalmente
destrozado.
Entonces, Klaus llegó con él, Hans pensó que lo consolaría, pero hizo
todo lo contrario.
-
Ey, nenita, ¿Por
qué lloras?- le soltó Klaus burlón.
-
¿Qué? ¿De qué
hablas?- Hans se sentía confundido.
-
Eres una nena,
una marica, los hombres no lloran- Klaus le soltó un puñetazo en la mejilla.
-
¿Qué te sucede?
Nuestra madre acaba de morir y tú vienes a golpearme como un idiota- le gritó
Hans.
Klaus acababa de cumplir los 29 años, y en unos pocos años sería el rey.
Entonces, Robert, de 17 años llego a defenderlo.
-
¿Qué te sucede,
Klaus? Déjalo en paz.
-
¿Y quién va a
detenerlo?- dijo Nikolaus que acababa de llegar- ¿Tú?
-
Si es necesario
lo haré- gruñó Robert.
-
Miren, Robert
defiende a su noviecita Hans- soltó Viktor, quién también acababa de llegar.
-
Ay, que se den
un beso- se burlaban los gemelos sin para, Hans no entendía nada ¿Por qué sus
hermanos lo atacaban?
Robert le dio un puñetazo en la nariz a Klaus, el cual le soltó uno en
el estómago, así libraron una batalla, en la que Robert terminó en la
enfermería y Klaus, ganando. Hans se fue corriendo mientras las lágrimas lo
invadían, no se detuvo, después de unas horas llegó a un bosque. Se tiró en el
pasto y soltó un grito al cielo.
-
¿Madre? ¡No me
abandones! ¡Por favor! ¡Te necesito!
Entonces, escuchó los pasos de una persona, se volteó espantado creyendo
que era Klaus, quien volvía para molestarlo de nuevo.
Pero no, se sorprendió al escuchar una voz femenina.
-
¿Estás bien?-
era una voz dulce y de una extraña manera calmó a Hans. Se secó las lágrimas y
se levantó del suelo- ¿Qué le sucedió a tu madre?
-
Ella... murió
hace poco- dijo el chico bajando la mirada.
-
Lo siento mucho-
dijo ella y cambió de tema- mi nombre es Isabelle. Princesa número dos del reino
vecino, Heigard.
-
Yo soy Hans,
príncipe número trece de Las Islas del Sur- ambos se estrecharon la mano.
-
¿Qué hace un
príncipe como tú en los límites de tu país?- preguntó Isabelle, Hans dedujo que
era una chica muy curiosa.
-
Lo mismo me
pregunto- dijo Hans- Tengo una idea, yo te diré y tú me dirás.
-
Me parece, tú
empiezas.
-
Huía de mi
hermano. Está enojado conmigo por algo. Tu turno.
-
Es mi lugar
secreto, vengo aquí todos los miércoles y vivo grandes aventuras, es el único
día que me puedo preocupar por mí, y no por mis obligaciones. Tengo algo que
proponerte.
-
Dime.
-
¿Qué te parece
si nos vemos aquí todos los miércoles, a esta hora? Así podrías contarte sobre
tu reino y yo a ti sobre el mío.
-
Eres una chica
curiosa- dijo Hans sonriendo- Me parece bien.
Volvieron a estrecharse las manos. Cada uno siguió su camino,
acordándose verse al otro miércoles.
Isabelle tenía cabello color café claro, casi dorado, la piel bronceada
y unos ojos color aceituna, pero sin duda lo que más llamaba la atención de
ella era su mirada, era una mirada muy curiosa.
Cuando Hans llegó al palacio fue a ver a Robert, ya había salido de la
enfermería, y por suerte no se encontró con Klaus.
Ya iba a su cuarto, cuando uno de los sirvientes lo llamó.
-
Hans, tu padre
quiere verte- dijo. El chico fue al cuarto de su padre.
Su padre le hizo una seña para que entrara.
-
¿Qué sucede,
padre?
-
Hay algo que
quiero darte- su mirada aún estaba distante, no había mirado a Hans ni una vez
desde que entró.
-
Dime, padre-
Eridan sacó una espada dorada, muy hermosa. Tenía rubíes esparcidos por todos
lados.
-
Ésta espada era
de mi padre, que fue heredada a él por mi abuelo, fue mi primer espada y es
probablemente la más valiosa.
-
No podría
aceptarla si es que tiene ese valor.
-
Es por eso que
quiero que la tengas- El hombre le entregó la espada a su hijo, el cual lo
abrazó con fuerza y regresó a su cuarto después de darle varias veces las
gracias a Eridan.
Al siguiente día, en el desayuno, los gemelos Damien y Derek
pretendieron que Hans no existía (esto duro por poco más de dos años), Eridan
no había bajado a desayunar así que el resto de los hermanos (con excepción de
Robert) molestaron a Hans todo el tiempo. Robert intentaba defenderlo, pero era
inútil eran once contra dos.
El príncipe número trece subió a su cuarto enojado. No pasaron ni diez
minutos cuando Klaus y Viktor fueron a tocarle a su cuarto.
-
No pienso abrir
la puerta- gritó Hans, furioso.
-
No te preocupes
por eso, nosotros lo haremos- antes de que Hans pudiera impedirlo Klaus y
Viktor ya habían ya entrado a su cuarto.
Viktor se echó encima de su hermano menor y lo hizo tirarse como si
fuera un perro (apoyando en el suelo pies y manos) mientras Klaus lo golpeaba y
lo pateaba.
-
¡Basta! ¡Por
favor! ¡Soy su hermano!
-
Oh Hans... si
tan sólo hubiera alguien que te amará- se burlaba Klaus.
Hans podría haberse defendido, pero eran dos contra uno, además de que
Klaus y Viktor eran los más fuertes de los trece hermanos.
Cuando el chico tenía ya un moretón en el ojo y la nariz y el labio
sangrando, Klaus levantó su rostro con la bota mientras Viktor le tomaba la
cabeza con las manos y le dijo:
-
Besa la bota-
susurró Klaus, Hans se negó al principio, pero luego Viktor se recargó en él y
le dio una patada en la cadera.
-
Que le beses la
bota- le gritó Viktor. Hans volvió a negarse, recibiendo como castigo una
patada en la mejilla.
-
¿Ya la vas a
besar?- Hans besó la bota enojado. Klaus le aplaudió- Así se hace.
-
Eres una nena-
se burló Viktor.
-
Podríamos
corarte lo que tienes en la entrepierna y ponerte coletas, todo mundo creería
que eres nuestra hermanita. Nadie notaría que realmente eres un hombre... o eso
dices ser- Klaus soltó una carcajada de nuevo, Viktor soltó a su hermano y
salió del cuarto.
-
¿Qué es lo que
quieres?
-
Sólo quiero
hacerte sentir como lo que eres, basura- arrojó Klaus, que ahora estaba a solas
con Hans.
-
Pues basta.
-
Esto es sólo el
comienzo, hermanita, cuando sea rey te irá peor.
-
Jamás podrás
hacerlo- soltó Hans
-
Cuando sea rey
no habrá nadie que me detenga- Klaus soltó una carcajada y cerró la puerta- Y
lo mejor es que nunca serás rey, y nunca serás más poderoso que yo.
Esa noche, por primera vez en toda su vida, Hans sentía un incesante
deseo de ser el rey, de darles a sus hermanos el castigo que merecían. Sentía
por primera vez un incesante deseo de no ser el príncipe número trece. Un deseo
que crecería con los años.
El tiempo pasó, y lo único que no eran desgracias en la vida de Hans era
su padre que le había enseñado a pelear con la espada y a golpes, ahora se
defendía mejor, pero sus hermanos seguían ganado, pues eran once (Robert seguía
defendiendo a Hans cuando podía pero hasta él había sido víctima de las burlas
de sus hermanos), otra cosa que iluminaba la vida de Hans era Isabelle, con la
que se veía cada miércoles y hacían cosas increíbles, ya sea trepar árboles,
explorar las cascadas o convivir con animales salvajes.
Isabelle era una chica increíble. Era aventurera, curiosa y muy
valiente. Su vida también estaba llena de desgracias como la de Hans, pero ella
solo tenía dos hermanas, y sus hermanas no la odiaban.
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Hecha por mí |
Cuando Hans cumplió dieciocho años, su padre murió. El funeral fue aún
más triste que el de su madre, pues significaba que Hans estaba sólo, sólo
estaban Robert y él contra los otros once (los gemelos habían dejado de
ignorarlo hacia cosa de un año).
Su hermano Klaus subió al trono a la edad de treinta y dos años, sin una
reina que lo acompañará, ya que ninguna le gustaba, y la que llegaba a gustarle
no lo quería como esposo.
La hermana mayor de Isabelle también había subido al trono hace un año,
y su reino había caído en la pobreza y la desgracia. Todos morían de hambre.
Hans de vez en cuando le llevaba comida y dinero, pero no era suficiente.
Un año después, en el cumpleaños número diecinueve de Hans, ambos,
Isabelle y Hans se confesaron su amor. Comenzaron a llevar una relación,
siempre se quedaban hasta tarde abrazados y mirando las estrellas.
Poco después, se besaron por primera vez. Fue un momento mágico, ambos
estaban profundamente enamorados el uno del otro, habían planeado casarse
cuando Hans llegara a los veinte años.
Un día, Hans (que acababa de cumplir los diecinueve años) salió del
palacio, Klaus llevaba varios días observándolo, y había notado un
comportamiento extraño en él.
Ese día se hartó y lo siguió el mismo, llegó hasta el escondite que
tenía Hans con Isabelle, se saludaron con un beso en la boca. Klaus volvió al
palacio con un gran plan en mente, la venganza final, que haría a Hans
retorcerse de ira.
Al siguiente miércoles, Isabelle no apareció en ningún lado, Hans no se
espantó, tal vez había tenido una complicación. El príncipe número trece volvió
al palacio, donde uno de los sirvientes le dijo que su hermano quería verlo,
Hans fue de mala gana.
-
Hans- dijo Klaus
con una sonrisa- toma asiento- el chico hizo una mirada extrañada pero obedeció
a su hermano.
-
¿Qué sucede,
Klaus?
-
Rey Klaus-
corrigió- Bien, quería anunciarte que al fin he encontrado una esposa.
-
¿En serio?- Hans
no pudo evitar sentir felicidad, tal vez la esposa de Klaus lo suavizará y éste
podría llegar a tratarlo mejor.
-
Sí, es una joven
tan bella...
-
¿Quién es?- una
sonrisa se dibujó en el rostro de Hans.
-
Isabelle,
segunda princesa del reino de Heigard- la sonrisa en el rostro de Hans se
desvaneció- ¿Ocurre algo?
-
Klaus...- dijo
Hans con un nudo en la garganta- Yo... Yo estoy enamorada de esa chica desde
hace años.
-
Sí, lo sé- se
burló su hermano- Te vi la semana pasada con ella, y de inmediato me encargué
de desposarla- Hans se puso rojo de furia.
-
¡Eres un
imbécil!- Hans le dio un puñetazo a su hermano, el cual se sorprendió, ya que
Hans le había dado con una fuerza inesperada.
-
¿Sabes? Ni
siquiera la amo- se burló de nuevo- La desposaré el domingo- le dio Klaus con
una sonrisa
Hans estaba ya por irse cuando Klaus dijo.
-
Por cierto, me
gusta la espada que te regaló papá
Hans volteó enojado.
-
¿Cómo sabes de
ella? ¡Es mía!
-
ERA tuya, la
fundí y ahora es mi corona- Klaus sonrió burlón, recibió otro golpe y su
hermano salió del cuarto con los ojos repletos de lágrimas, Klaus le había
quitado todo lo que amaba...
Hans azotó la puerta furioso y se montó en Sitron, salió a toda velocidad
hacia el reino de Heigard.
Tocó la puerta de Isabelle, la cual salió con los ojos llorosos...
-
Hans...- dijo la
chica espantada
-
Isabelle... ¿Por
qué?- el chico se veía muy preocupado
-
Mi reino... está
en crisis, Hans, si me caso con Klaus me reino saldrá de la pobreza.
-
Pero... Yo te
amo
-
Y yo te amo a
ti, Hans, pero lo nuestro... no es posible, ya no.
Hans besó a Isabelle con una fuerza y pasión que desconocía de él.
-
No dejaré que
tengas hijos con él... No- dijo Hans- Klaus no te ama, Isabelle, supongo que lo
cegó el placer de tu belleza.
-
Hans, no quiero
que mi primera vez sea con él- Hans alzó la vista.
Ambos se desvistieron lentamente, todo el momento fue precioso, Hans en
ningún momento se vio cegado por el placer, hizo todo con amor y una pasión enorme,
sentía un amor en su corazón enorme.
Sólo amor, cuando todo terminó y se despertaron Hans le dio un último
beso a Isabelle, se quitó el medallón que le daban a cada uno de los trece
hermanos y lo puso en el cuello de su amada, le besó la mano, se vistió y se
fue en Sitron de vuelta a Las Islas del Sur.
Presenció la boda porque fue obligado, pero se sentó hasta la última
banca de la iglesia. Después de la boda, el corazón de Hans se hizo piedra, en
todo momento pensaba en convertirse en rey, en volverse rico, en hacer que sus
hermanos se postraran de rodillas ante él.
Durante cuatro años (en los que Klaus e Isabelle tuvieron un varón) Hans
se acostaba con una amante, su nombre era Victoria. Pero no la amaba, tan sólo
lo hacía por sentir placer, nunca sintió ni un poco de amor hacia ella. Tenía cabello dorado, y los ojos color miel, su piel era blanca y tenía un ceño que siempre estaba fruncido.
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Hecha por mí |
Robert siempre lo apoyaba con su ideal de volverse el rey, cuando Hans
cumplió los veintitrés Robert llegó con él.
-
Hans... Va a
haber una coronación en un reino vecino.
El chico volteó a ver a su hermano.
-
La princesa Elsa
se convertirá en reina de Arendelle- susurró Robert.
-
Entonces debó
desposarla- Los ojos de Hans obtuvieron un brillo especial.
-
No, Elsa es
cerrada y nunca se enamoraría de alguien a quien acaba de conocer.
-
¿Cómo lo sabes?
-
Fui mandado por
Klaus a hacer negocios con ese reino, Elsa apareció sólo diez minutos y lucía
muy nerviosa.
-
Entonces jamás
seré rey- Hans apretó los dientes
-
Hay otra
princesa, la princesa Anna- Robert suspiró- Cuando llegué parecía una loca, al
parecer no ha tenido mucho contacto con la gente.
-
Genial- los ojos
de Hans se iluminaron de nuevo- Entonces la desposaré y tendré que idear un
accidente para Elsa.
Dos meses después, Hans estaba subido en un barco rumbo a Arendelle,
repasando el plan.
Iba a acabar con sus hermanos.
Les iba a demostrar que él era mejor que ellos.
Se convertiría en el Rey Hans de Arendelle.
Fanarts de los hermanos de Hans (y de donde obtuve sus nombres): http://southernisleprinces.tumblr.com/
Fanart de Hans siendo golpeado: http://rebloggy.com/post/disney-fanart-frozen-hans-prine-hans-prepbon/77493249989