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El Príncipe Adam y Bella: La belleza de
la Bestia.
Érase
una vez, en un reino lejano, llamado Francia, un rey y una reina.
Sus
nombres no son relevantes, pero aun así se los diré. El nombre de él era
Gerard, y el de ella Sophie Marie. Ella amaba mucho a su hijo y por eso le daba
todo lo que quería.
Tenían
dos hijos, Alessia, de diecisiete años, y Adam, de once años.
Adam
adoraba a Alessia, la consideraba una heroína y deseaba ser tan valiente e inteligente
como ella.
Ella…
realmente lo quería, pero no tenía tiempo para prestarle atención, estaba
demasiado ocupada con sus obligaciones.
Adam
era muy consentido. Sus padres cumplían todos sus mimos y reclamos, dándole
todo lo que quería y malcriándolo, convirtiendo en un niño egoísta y arrogante.
Un
frío invierno, Alessia recibió una propuesta de matrimonio de parte de uno de
los príncipes de unas islas que había al sur, por lo que sus padres partieron
de inmediato para concretar la unión.
Adam
se quedó en Francia, a cuidado de los sirvientes.
Era
la víspera de navidad.
El
pequeño estaba muy emocionado. ¡Le encantaba la navidad! Además, sus padres
llegarían esa noche.
Pero
nunca llegaron.
Espero,
y esperó, y esperó.
Uno
de los sirvientes, Lumiere, tocó a su puerta.
-
Señor-
susurró con un marcado acento francés- Creo que debería bajar a cenar ya. Lo
estamos esperando, y parece que sus padres no vendrán.
El
niño, furioso, le gritó a Lumiere que lo dejara en paz y salió corriendo,
pensando en escapar del palacio e ir hasta las Islas del Sur para pasar la
navidad con sus padres, pues su inocencia no le permitía saber lo imposible que
esto era.
Estaba
furioso.
Ya
estaba camino a la puerta, cuando oyó que alguien tocaba. ¡Tenían que ser sus
padres!
Se
le iluminaron los ojos y una gran sonrisa se le dibujó en el rostro.
Abrió
la puerta con rapidez.
Cuál
fue su sorpresa cuando vio a una encorvada y mugrosa anciana en la puerta. Sus
facciones se crisparon.
-
Hola,
pequeño niño- susurró ella amablemente- ¿Tienes espacio en tu castillo para una
pobre anciana? Te daré una rosa a cambio de tu hospedaje.
El
príncipe tuvo ganas de reírse en su cara. Él, el príncipe de Francia, guapo y
rico… ¿Darle refugio a una vieja y fea anciana?
-
Nunca.
Una fea anciana no cabe aquí.
La
anciana lo miró, con un toque de picardía en los ojos.
-
Si
yo fuera tú consideraría tu decisión.
-
Sigo
sin pensar dejar pasar a una fea y horrible anciana.
Entonces,
un rayo cayó en la anciana. Adam dio un paso hacia atrás, sorprendido, y
hubiera corrido al castillo de no ser por qué se quedó embobado viendo como la
anciana se convertía en una alta y hermosa hechicera.
El
pequeño se cubrió la boca con ambas manos.
-
Yo…
lo siento mucho, no sabía que eras una hechicera. Puedes pasar.
La
mujer, rubia, lo miró con desdén.
-
No.
Nunca cabría en el mismo castillo que un niño egoísta y mimado. Te daré una
lección. Te transformarás en lo que hay realmente en tu interior, y hasta que
alguien pueda amarte, no volverás a ser humano.
El
niño suplicó perdón.
-
Aún
no he terminado- lo miró seria- Todo aquel que ahora esté en el palacio se
convertirá también, en objetos, pues han contribuido en consentirte y mimarte.
No envejecerán, así te acompañarán mientras tú creces, y tendrán la oportunidad
de corregirte. Te daré ésta rosa, cuando cumplas los veintiún años caerán todos
los pétalos y la maldición caerá en ti por siempre si aún no has logrado ser
amado.
El
niño lloró mientras se convertía en una bestia cubierta de pelo, con cuernos y
afilados dientes. La hechicera se retiró, deseando con toda la fuerza de su
corazón, que alguien pudiera amar a Adam.
***
Lumiere
era un candelabro. La novia de Lumiere, Babette, se había transformado en un
plumero. Cogsworth era un reloj, y su esposa, Madame de la Grande Bouche, era
un armario. La Sra. Potts, que apenas había quedado viuda, era una tetera. Sus
hijos se habían transformado en tazas. Así podía enumerar a todos sus
sirvientes. Se sentía terriblemente culpable.
Pero
sobre todo se sentía preocupado. Cada vez que se miraba en el espejo se le
revolvía el estómago y tenía ganas de romperlo. Y lo hizo varias veces.
¿Qué
iban a decir sus padres?
***
No
lo tomaron nada bien. Hicieron las maletas y se fueron, dejando a Adam sólo en
el palacio. A pesar de que Sophie Marie quiso quedarse con él, Gerard no se lo
permitió. Sin embargo, en secreto, lo visitaba siempre que podía.
Alessia
suplicó que no lo dejaran, pero no pudo hacer nada, ella pronto viviría en Las
Islas del Sur y su opinión ya no importaba.
Ni
siquiera se despidieron. Los reyes se pasaron a otro lujoso castillo y desde
ahí retomaron su reinado, diciendo que su pequeño hijo había muerto.
Adam
cada día se odiaba más, y aunque los sirvientes tardaban de consolarlo, había
perdido las esperanzas.
Porque,
al fin y al cabo.
¿Quién
podría amar a una bestia?
***
Mientras
tanto, un poco más alejado, vivía una niña de siete años.
Su
nombre era Bella, y vaya que le hacía favor. Tenía una piel pálida, ojos color
avellana y cabello café. Era muy feliz, sus padres la amaban.
Vivían
en una pequeña cabaña en un rincón del bosque, sin muchos vecinos a su
alrededor. Su padre se llamaba Maurice, y su madre, Claudia.
Todas
las noches, ambos se sentaban y arropaban a Bella. Le leían cuentos de mundos
fantásticos, y Bella no podía evitar querer viajar a ellos.
Su
favorito era también el favorito de su madre. La Bella Durmiente. Tenía de todo. Tierras lejanas. Duelos,
hechizos mágicos. ¡El príncipe! Era una profunda conexión con su madre.
Pronto,
Claudia enfermó. Una terrible gripe le quitó la vida, y parte de la suya a
Bella, quién lloraba desconsolada mientras veía a su madre ser enterrada.
Cuando
cumplió ocho años, los fantasmas que inundaban la casa eran demasiados. Por
ello, Maurice decidió que se mudarían a un pueblo, con bastantes casas, donde
Bella haría amigos y podría olvidar la tragedia que ocurrió con su madre.
Al
llegar a la nueva casa, Bella descubrió con tristeza que durante el camino
había perdido el libro favorito de su madre. ¡Qué coraje le dio!
Y
no logró hacer muchos amigos. Bella siempre estaba en las nubes, y tenía
valores e ideas demasiado contrarias al resto del pueblo. Mientras que ellos se
fijaban demasiado en el exterior y el valor material, Bell miraba el interior y
lo moral.
Cada
vez se refugiaba más en sus libros. Mientras Maurice inventaba máquinas, y
reparaba cosas para mantenerla, Bella leía. Era la única manera de olvidar al
mundo real.
Ella
quería más que vida provincial. Deseaba aventuras que asombraran al mundo,
quería encontrar un gran amor, que fuera feliz con ella y la entendiera de
verdad. Anhelaba mucho más que un simple plan. Apenas tenía once años y ya
tenía más ideales que la mayoría de adultos en su pueblo.
Nunca
perdió la esperanza. Pero de vez en cuando su voluntad flanqueaba.
¿Quién
podría amarla como era?
***
Con
el tiempo, Adam aprendió a ser más gentil.
Les
mentiría si les dijera que se transformó en una nueva persona. No lo hizo.
Seguía
siendo gruñón y engreído, pero había aprendido a valorar lo que tenía.
Aún
así el hechizo no se había roto.
Cada
vez caían más pétalos de la rosa, y aunque él no lo quisiera, guardaba
esperanza.
Esperanza
de que existiera alguien que pudiera amar a una bestia.
***
Bella
había cumplido ya diecisiete años.
Y
era toda una atracción en su pueblo. Aunque no se percataba, siempre la miraban
todos y susurraban cosas de ella. Sin falta.
¿Y
cómo no? Todos eran absolutamente ordinarios, personas típica en su pueblo, que
se ocupaban de cosas superficiales y sin importancia.
Y Bella
no lo era, apenas y se fijaba en lo que llevaba puesto, y solamente prestaba
atención al mundo exterior cuando sus libros terminaban.
Un
día, para suerte de ella, que ya había leído demasiadas veces sus libros, abrió
una librería en el pueblo.
Sin
dudarlo se apuntó para trabajar en ella. Limpiaba y ordenaba las estanterías, y
su jefe le prestaba libros que le llamaran la atención.
Un
día el dueño de la tienda trajo nuevos libros. Bella comenzó a ordenarlos.
Y
entonces se le llenaron los ojos de lágrimas.
Uno
de ellos era La Bella Durmiente.
Lo
leyó dos veces, y cuando su jefe vio que le gustaba tanto se lo regaló.
Lo
leía tranquilamente en su mesa cuando ocurrió algo que no esperaba.
¡Gastón,
el matón y presumido del pueblo, le había propuesto matrimonio!
Dios
santo. Obviamente lo había rechazado.
Tenía
ganas de encerrarse a llorar.
Además,
su padre estaba de viaje, iría a una feria, y era el único que la consolaba.
¿Por
qué solamente se fijaban en ella por su físico? ¿Acaso no había nada además de
eso en ella?
Miró
al cielo.
Aún
tenía esperanzas.
Esperanzas
de que existiera alguien que pudiera amarla tal y como era.
***
Un
humano había llegado al castillo.
Un
anciano, que según la información que los apenados Lumiere y Cogsworth le
habían dado, venía de un pequeño pueblo y se llamaba Maurice.
Adam
estaba furioso. ¿Cómo es posible que dejaran entrar a un hombre al castillo?
No
tenía ni idea de que haría con él, pero no estaba seguro de que fuera bueno.
Y
entonces llegó ella.
***
Bella
había llegado a un tenebroso castillo, guiada por Phillipe, el caballo de su
padre, pues este se había perdido en su camino a la feria.
Entró
silenciosamente.
¡Y
se llevó una gran sorpresa!
Encontró
a su padre encerrado, una fea y cruel bestia lo había mantenido preso.
-
¡Me
ofrezco en su lugar!- había gritado ella desesperada- ¡Déjalo ir, y yo me
quedaré!
Y
así había ocurrido, Maurice se había ido a su hogar, solo y desamparado,
mientras que Bella había tenido que quedarse presa con esa fea bestia.
Pero,
pronto las vidas de ambos cambiarían.
Y
la más grande historia de amor de todas surgiría.
CONTINUARÁ...
Qué guay de crónica quizás la lea unas mil veces.
ResponderEliminarUna curiosidad tiene una segunda parte, lo digo porque has puesto lo de "continuará" o simplemente lo has puesto para que nosotros en nuestras nentes sigamos la historia ya conocida por todos?
Muchas gracias Bella, me alegro que te haya gustado, justo esperaba tu comentario.
EliminarHabrá una continuación más o menos en Abril, donde narrare la historia que ya conocemos pero con algunos "bonus".
Saludos!
Oh, Diego, es precioso! *__* Me encanta el pasado que les has dado, además tienes una forma de escribir muy bonita y evocadora.
ResponderEliminarNos conocimos hace poco y sabía de tu fanfic de oído (me hablaron de él) y al verlo tan avanzado me dio un poco de respeto xD Pero al ver lo bonito que escribes, prometo ponerme a ello :) Además, juntando a tantos y tan diversos personajes seguro que es genial!
Besitos!
PD: ¿Empezará la fase de votación en los Awards?
EliminarHola Lily!! Muchas gracias, siempre he tenido curiosidad por el pasado de ambos. Ains, muchas gracias, tú también escribes de maravilla.
EliminarSi, ya lleva tiempo. Si vas a leerlo me haría mucha ilusión, pero no le pongas muchas expectativas, que lo llevo escribiendo cuatro años y... pues los primeros capítulos son muy cutres xD, y últimamente tuve un bajón, así que más o menos del 40 al 43 igual, pero prometo que ahora sí vengo con fuerzas renovadas (solo checa el final de la tercera, que se nota mucho la diferencia xD) muchas gracias de nuevo!!
Saludos!!
P.D A más tardar el miércoles empieza
P.D. 2 Me encanta tu foto de perfil!
*-* que bonito estuvo, ya quiero porder leer los que faltan y retomar el fin de disney!
ResponderEliminarSaludos
Muchas gracias!! Espero que te guste lo que viene ;)
EliminarHola!
ResponderEliminarOye soy nueva en la página, me podrías pasar el link de la segunda parte?
Tu narración me ha gustado mucho